viernes, 10 de agosto de 2012

Una experiencia única.


Definitivamente, podría pasarme horas y horas describiendo cada segundo juntos, cada momento compartido, los detalles de las bromas, charlas y confesiones. Pero quizá no todo el mundo puede comprender cuan profundo se entierran en mi ser esos segundos de complicidad y risas, momentos que disfruto con todas las fuerzas posibles, a pesar de que en muchas ocasiones él lo hace solo porque me ve con ganas de salir, aunque sus mayores deseos sean estar descansando en la habitación y ver relajados una película, mientras esté convencido y sepa que esas mini-escapadas me sacaran un par de risas y me harán sentir bien, me complace.
Byron es la persona más compleja que he tenido la suerte de conocer, pero es un ser maravilloso, impulsivo, de carácter fuerte, quizá hostil; pero he tenido el privilegio de estar también en esos momentos en que se muestra frágil y sensible hasta lo inimaginable, y nadie podría imaginar lo increíble que se siente que una persona como él sea tan sincero, verle en esos momentos en que es tan vulnerable me estremece el alma, pero agradezco infinitamente a la vida el permitirme ser esa persona a la que el confía sus momentos de debilidad y mayor perplejidad.
Lo más sorprendente de todo es que si lo conoces, la primera impresión que te da es la de un chico extrovertido y de carácter fuerte, algo que no le impide mantener una sonrisa hermosa, casi permanente a la vez que contagiosa, en su rostro para hacerte sentir bien; pero también puedes observar esa confianza en si mismo que puede incluso intimidarte porque tú careces por completo de la misma. Sin embargo, he tenido la dicha de conocerle más allá de ese espejo exterior, esa imagen que presenta a todo el mundo, he sido testigo de alegrías aún mayores y mucho más sinceras, de momentos de tristeza y desconsuelo, he estado a su lado en momentos en que la rabia y el dolor reinan en su interior y no puede más que callar y dejar rodar las lágrimas sobre sus mejillas con la mirada baja.
Pero saben, eso no es lo mejor de todo, he podido ser la persona que lo hace sonreir con una simple caricia en el rostro, quien con un par de pellizcos sobre el costado le ha hecho reir hasta más no poder; sus abrazos por las noches me dicen "quédate siempre a mi lado", me hacen estremecer sobremanera; sus besos se aferran a los míos porque siempre hago lo mejor para que sienta que el calor de mi boca y la ternura de mis caricias estarán siempre y de forma incondicional para él en exclusiva.
Y aunque puedan creer que mis palabras sobrepasan fantasías de una romántica empedernida, que simplemente desea vivir un cuento de hadas, creánme que si algún día llegan a enamorarse de esta forma, tan profunda, mis palabras serán las más claras que jamás nadie les ha dicho. Y espero que muchos puedan vivir una experiencia tan maravillosa como esta de forma tan intensa y en carne propia, de primera mano, porque creánme cuando les digo que no es algo que todos puedan presumir, y es tan cierto que solo se puede vivir algo así una vez en la vida, y en muchos casos, algunos no pueden ni siquiera imaginarlo, menos experimentarlo.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Equilibrio


¿Nos habremos dado cuenta alguna vez de la facilidad con la que nuestro temperamento explota? Lo más probable es que no tengamos ni la más remota idea de cómo controlar esos ataques de histeria absoluta que descontrolan nuestra compostura.
Pero el temperamento es algo normal, correlativo a nuestra muy defectuosa naturaleza humana, de ahí que seamos tan capaces de infringir daño al ánimo y sentimientos de las personas que más nos importan.
La realidad de las cosas es que el equivovarnos no es más que una de las opciones que pueden presentarse como respuesta  un mecanismo ensayo-error/ensayo-acierto, y no siempre podemos controlar cuál de esas respuestas se presentara en cada momento. Así que, básica y someramente, estamos destinados a vivir a la defensiva respecto a nuestra propia naturaleza errática, destinados a no bajar la guardia ante los errores y nuestros más deplorables actos.
Aunque bien cabe decir no es cuestión solo de acciones, en la mayoría de los casos, el daño no lo provocan en exclusiva nuestros actos, que ya son una buena fuente por sí solos; hay un porcentaje inmensa y sorprendentemente grande que puede achacarse a la omisión y a lo que provocan las palabras.
Si bien nuestras intenciones no sean más que dejar claro algo, debemos elegir bien las palabras con las queremos darnos a entender hacia otros; debemos recordar que la sensibilidad es tema de gradualidad, que lo que a unos puede parecer inofensivo e incluso gracioso, a otros puede representarles algo hiriente.
En muchas ocasiones no nos damos cuenta de esto y decimos cosas, o también las callamos, sin imaginar la repercusión de las mismas en otras personas. Porque tenemos razón, queremos defender nuestro derecho o simplemente dejar en claro una realidad que es de necesidad primera para nuestra persona, el motivo varia, pero la franqueza y la sinceridad tienen también sus contrapartidas.
Quizá para muchos el dilema se encuentra en saber diferenciar en qué punto el ser claro y preciso se transforma en crueldad y sinismo; la línea que separa una mentira piadosa o una omisión para evitar un daño mayor, de un engaño enorme y evitable.
Equilibrio, ya lo decían las grandes figuras que nos dejaron como herencia sus pensamientos, estilos de vida y causas; ese "punto medio" relativo a cada cual que hace de las relaciones humanas algo más llevadero, fácil y sano. Lo más importante, y díficil a la vez en esta vida, es encontrar ese equilibrio que nos hará estar bien con los demás, y sobre todo con nosotros mismos.