sábado, 28 de enero de 2012

Introspección sentimental



Somos seres humanos y está en nuestra esencia como tales el ansia de encontrar la felicidad, el deseo de sentirnos queridos y complementados, poder confiar ciegamente en la persona que se encuentra a nuestra vera; atribuimos al ser amado las características más excepcionales jamás conocidas y vistas porque nuestros deseos encierran siempre ese ideal de perfección. Anhelamos que cada una de nuestras acciones culmine en la materialización fidedigna de un estado de tranquilidad y bienestar que aceptamos solo se encuentra al lado del ser amado.

Pero, qué sucede cuando todo esto se desvanece, cuando por algún determinado motivo las experiencias y decepciones sufridas te han orillado al camino del orgullo e indignación, al camino del desánimo y la renuncia. En muchas ocasiones esto nos empujaría de lleno al abismo de la indiferencia, de la soledad más triste y absoluta; manteniéndote en las esquinas de la desconfianza y de la incredulidad, a la intemperie de lo frio, donde las aristas del dolor más profundo y menos visible carcomen todo ápice de bondad, cada ínfimo resquicio de esperanza.

A mi parecer, es sano admitir que me encontré inmersa en esta situación, vi mi vida envuelta en un entorno caótico en el que prefería guiarme por la auto compasión, presumir de dolor y gozar al malversar acerca de mi mala suerte, haciendo un uso acusado y perverso de un victimismo casi enfermizo y contagioso.

No me queda nada de ello, jamás me sentí a gusto de esa forma, vivir así  no es vivir. De la estadía en ese desolador paraje, que terminas confeccionando tú mismo, no puedo salvaguardar más que mi propia verdad: me estaba ayudando a forjar mi propia devastación emocional, no podía ser consciente de mayor cosa que todo cuanto hacia agudizaba mi dolor y me hundía cada vez más en esa espiral de autocompasión. Y es en este punto en el que abandonas esa búsqueda y te dejas a suertes del destino dentro de un paraíso mortuorio en el que has decidido, a ciegas, seguir viviendo.
Por causas que me son aún desconocidas, llamémosle karma, destino, quizá recompensa; en el momento más oportuno y el menos imaginado, cuando mi estado emocional era de lo más confuso y disperso y mi cabeza y cuerpo estaban llenos de toda clase de sensaciones pero completamente vacíos de certeza y seguridad; justo en ese momento, sin aviso, sin esperarlo, él me busco y dio conmigo.

Aun no sé si él es consciente de cuánto significaron para mí cada una de sus palabras en esos momentos; hasta día de hoy, soy incapaz de acertar de forma precisa cuán grato y reconfortante era escuchar su voz de nuevo. Me encontraba en un estado de incredulidad y sorpresa enormes, la emoción que invadió mi ser es indescriptible, nunca habría imaginado volver a saber de él y menos encontrarnos a ambos hablando de nuevo, después de tanto tiempo.
Su voz era distinta, pero su carisma el mismo de siempre; mi desconfianza era inmensa, el recelo inundaba mis pensamientos y me impedía mostrarme al completo; él siempre dejaba entre ver que sus sentimientos, al contrario de cambiar o desvanecerse, eran aún mayores, intentaba sacar lo mismo de mi pero mi hermetismo le cerraba toda ruta posible hasta mis sentimientos verdaderos.
Mi búsqueda, abandonada hacía ya mucho tiempo, se había terminado; de hecho se encontraba varada desde mucho tiempo atrás, pero no tuve que retomarla. Salí de mi estado de vitalidad, el escepticismo reinante en mi mente comenzó a esfumarse con cada pequeña muestra de cariño que me daba día a día esa persona tan especial. Poco a poco, fui necesitando más escuchar esa voz, las bromas que me hacían reír, aunque el enfado dominara mis fuerzas sus consejos doblegaban mi carácter y me hacían recapacitar y pensar mejor lo dicho o hecho.

Él se fue convirtiendo en alguien a quien no quería perder; al principio pensaba que era en realidad afecto, un cariño inmenso que sentía hacia un buen amigo, era realista en el aspecto de que la distancia nos había cambiado, tanto tiempo separados no podía haber dado de sí cosa distinta. Pero siempre recordaba los momentos vividos antes del distanciamiento; fue hasta estar lejos de él cuando pude comprender que lo nuestro había tenido más intensidad de la imaginada y eso se estaba reflejando cada noche con cada llamada.

Comenzó siendo algo divertido y emocionante, admito que sentía tranquilidad y alegría al saber que él nunca me había olvidado a pesar del contacto perdido, pero me negaba a emocionarme en exceso, a mostrarme débil y mucho menos necesitada. No quería espantarme a mí misma ante el hecho innegable de que aun sentía cosas por él y que esa era una realidad mucho más densa de lo que quería aceptar; realidad que cada día pesaba más y más con el deseo de aflorar del inconsciente y escaparse en alguna conversación de las nuestras.

Las muestras de cariño de mi parte comenzaron a darse de forma paulatina y disimulada, pero él se mostraba siempre entusiasta frente a lo poco o mucho que demostraba. Pero en mi fuero interno mantenía un debate constante entre lo que quería enseñar y lo que realmente me convenía compartir con él. Llegue a la conclusión de que no había persona más indicada para mostrarme real, con mis miedos, temores, imperfecciones, mis mayores absurdos, pero también mis más buenas cualidades; esa persona era él, quién mejor sino.

Mis sentimientos hacia él se tornaron más intensos, volvía a sentir que alguien me ilusionaba como antaño, lo más increíble de todo era el efecto que él producía en mí aun sabiendo que seguíamos lejos el uno del otro. Las esperanzas eran cada vez mayores que por fin decidí aventurarme por completo, recuerdo bien lo que mi mente me dijo: “lo amas, no seas tonta y deja de negártelo a ti misma, y más importante aún, deja de negárselo a él”.

Así es como él mismo, con su esmero, paciencia, dedicación, y sin forzarme a nada, logro romper mi coraza, alcanzo mis más reservados sentimientos y los hizo vislumbrarse ante mi misma y ante él, ya no tenía sentido ocultarme, negar mis deseos, omitir todo cuanto temía decir. A él puedo atribuir la desaparición de mis inseguridades y mi cada vez mayor confianza.

Ahora él es mi mayor tesoro, mi mejor amigo, mi pareja, la persona con la que quiero continuar esa búsqueda, una vez casi fallida en el pasado, ahora reconvertida y mejorada por él. Es quien ha sabido realzar mis facultades y virtudes, quien ha perdonado mis errores y ha creído en mis posibilidades. Mi mayor apoyo, el mejor consejero imaginable, por quien he encauzado todo lo bueno y malo que hay en mi ser para materializarlo en dedicación hacia lo que ambos queremos y necesitamos, estar juntos siempre, no separarnos ya más. Porque a pesar de la distancia, hemos sabido mantener nuestros esfuerzos para estar el uno al lado del otro. Él ha sabido hacerme ser una mejor persona, me ha enseñado a tener más confianza en mí misma, me ha ayudado a desprenderme  de muchos dolores enraizados desde el pasado y hoy casi desaparecidos gracias a su apoyo y compresión.

Sus palabras son las únicas capaces de calar profundamente en mi conciencia y en mi mente, mientras muchos solo han sabido decepcionarme y demostrar no ser lo que yo esperaba, él se ha mantenido ahí para mí, siempre ha querido lo mejor para mí sin esperar nada a cambio más que la sinceridad de mis sentimientos hacia él. Es la única persona que no me ha defraudado y a  la que no defraudaría jamás, a quien sería incapaz de infringir daño alguno sin sentirme la peor escoria desechada tras un devastador fuego.

Él es el amor de mi vida, mi mayor felicidad, mi más grande y ferviente deseo, la persona que necesito más y más con el transcurso de los días, por quien mis sentimientos no hacen sino ser más profundos e intensos. El dueño de mi corazón, mi mayor inspiración, quien me motiva a seguir adelante y me da palabras de ánimo y consuelo cuando más las necesito, quien me infunda valor y fuerza para hacer frente a todo cuanto me afecta y hiere.

El tiempo a su lado ha sido el mejor de mi corta e intensa vida, el que jamás podre olvidar, el que quedara grabado permanentemente en mis recuerdos, tiempo que no se borrara hasta que el calor de mi ánima se esfume entre el aire frio, tiempo que deseo prolongar hasta siempre y no compartirlo con nadie más que con él.

Las promesas se tornan realidades, las palabras no se entremezclan con el aire, todo lo dicho se materializa, todo se vuelve real; me haces la persona más feliz de este mundo y valoro tus esfuerzos, el tiempo dedicado, los detalles, cada beso y caricia están grabados en mí; soy consciente de una verdad más real que mi presencia misma en este mundo: naciste para estar a mi lado, soy quien soy porque nací para estar contigo. Conoces cada centímetro de mi cuerpo y cada recoveco de mi mente, sabes lo que me hace bien y lo que no. Nadie podría ser jamás como tú, y yo no quiero a nadie distinto al chico que me ha querido desde el momento en que me conoció tal cual soy.

Nunca abandonas mis pensamientos ni mis sueños, estas siempre presente en todo lo que me atañe, porque el amor que siento por ti es más fuerte que nada de lo que haya conocido hasta hoy; me has enseñado a vivir por lo que hoy vivo, me has enseñado a amarte con la intensidad más grande jamás vista, a dar todo cuanto tengo y puedo tener. Nada de lo que haga significa para mi esfuerzo alguno, no si tiene que ver contigo, no resulta difícil darlo todo por la persona a la que más amas.

Me considero la persona más afortunada del mundo por poder decir que estás conmigo, por poder ser yo quien te besa, quien acaricia tu rostro, con quien has despertado por las mañanas y con quien te has dejado perder entre las olas del deseo más puro y sincero que jamás conocerá mi piel, por ser a quien no quieres dejar escapar. He sido capaz de sacar de ti un lado casi desconocido incluso para ti, he logrado hacerte cambiar muchas cosas para estar bien conmigo; juntos hasta las cosas más absurdas cobran un gran valor, cada experiencia  que hemos vivido juntos significa una parte esencial de mi vida, eres más importante que el aire, lo eres todo para mí.

Soy muy afortunada por escucharte decirme cuánto me amas y todo lo que darías y dejarías atrás por estar a mi lado, por saber que me consideras lo mejor que te  ha pasado en la vida, y por saber que tú eres lo mejor que tengo, por desear dar siempre lo mejor de mí solo para ti, para la persona que más merece de mí en este mundo.

La realidad de las cosas es que todo pierde sentido si no tiene que ver contigo, no puedo mantener mi tranquilidad si las cosas no marchan bien entre los dos. Te extraño más de lo que puede considerarse normal, pero lo que siento por ti traspasa los límites de lo normal y lo antes visto, quizá muchos piensen que no está bien amar tan intensamente a alguien, pero a mi parecer dicen eso porque no han encontrado a la persona por la que merece la pena perder la cordura y hacer cualquier locura descriptible.

Pienso  que no puede haber nada mejor que ver tu rostro al despertar y poder besarte, verte alegrar mis días con esa sonrisa perfecta tuya  que tú y yo conocemos y que considero tan mía,  poder apreciar la dulzura de tus ojos al verme y ser testigo de los sentimientos que profesan hacia mí me enternece. No hay problema tan grande que no podamos solucionar, ambos somos orgullosos pero sabemos dejar ese orgullo de lado cuando nos comenzamos a echar de menos y nos necesitamos. No hay nadie que pueda interponerse entre lo nuestro y tampoco es contemplable ya la vida separados, aun después de todos los malos momentos vividos hemos sabido sobrellevar las situaciones con entereza y anteponiendo nuestros sentimientos al recelo y la desconfianza.

Eres la primera persona de la que me enamoro de esta forma y ahora soy capaz de entender la razón, la vida me había reservado algo tan especial, tan bueno, incomparable e increíble, al mejor chico del mundo. No es posible ya que mi corazón pueda amar a nadie más, después de ti no quedaría nada; es tuyo todo cuanto soy, me he entregado a ti sin reservas y será así por el resto de mi vida, a gusto o disgusto del mundo, ahora somos tú y yo, nadie más puede opinar acerca de lo que nos une porque nadie más conoce bien lo que nos une de forma tan incondicional. Tengo la certeza de que no hay otra persona que pueda entregarse a ti de esta forma, con esta fuerza e intensidad, no porque sea perfecta, sino porque me has forjado tú mismo a tu criterio y a la justa medida para ser todo cuanto esperas y deseas.

Soy inmensamente feliz porque a pesar de todo estás conmigo, porque el camino ha sido difícil, y solo tú y yo sabemos cuánto, porque mantengo la certeza de que somos el uno para el otro, y lo mejor de todo, es que sé que tú piensas lo mismo, porque has sido tu quien me ha convencido de que las cosas son así, eres tu quien me ha convencido de que el destino nos debe una vida siempre juntos.
Mi vida, mi amor, mi cielo, te dedico estas líneas porque las mereces, por el hecho de denotar en ellas todo mi sentir, todo cuanto encierra mi ser y mi alma, mis sentimientos y mi corazón. Todas y cada una de ellas te pertenecen porque has cambiado mi vida, has transformado todo cuanto conocía, por ser imprescindible y extrañarte de esta forma cada día que vivido y  finalizado tras el ocaso. Te amo con toda mi alma, jamás voy a dejar de hacerlo y lo sabes; me amas y eso no cambiara por nada ni por nadie, es algo que sé muy bien, esa es mi mayor certeza.


Byron: eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario