martes, 31 de enero de 2012

De angustias y miedos

Noche a noche, conversación tras conversación, mi temor se hace mayor, me encuentro impotente ante esta distancia que separa nuestros caminos; quiero dejar todo atrás, correr tras de tu sombra, recobrar esa estela que deje tras mi paso por tu vida durante el tiempo compartido, juntos tu y yo.

Las heridas que te provoca mi absurda y ridícula ausencia te hacen cada día más vulnerable a la intemperie de las adversidades, y mi alma no puede sino sentir el peso de la culpa, derramar lágrimas que realmente merece derramar; pero lo que más me duele es saber que el daño infringido pudo evitarse, y peor aun, saber que fui tan ciega en inconsciente para no vislumbrar esta verdad en su debido momento.
Por qué dañar a la persona que más amas, y por qué la casi imposibilidad de reparar las errores cometidos. Todas las noches ruego por encontrar una solución que no coincida con dejarte marchar; admito que el egoísmo en esta constante plegaria es notorio pero, qué sería de mi ser si no te tuviese.
Me odio a mi misma por encontrarme atada de pies y manos ante lo que hoy te hago sufrir, Dios sabe cuanto deseo hacer por acabar con tus desesperanzas y soledades, que estaría dispuesta a dejar todo atrás por enmendar mis errores; quisiera encontrar una forma de redimirme y tener tranquilad, pero la única solución que encuentro es estar a tu lado y hacerte feliz.
Hay momentos en que me odio a mi misma, en que detesto al ser egoísta en el que me he convertido, me miro frente al espejo y me desconozco al completo: triste, vacía, infeliz, deseando y necesitándote solamente a ti.
Los deseos de olvidarme de todo, de comenzar un nuevo camino a tu lado, de renunciar a la nada que es mi vida, a este vacío que yo misma me he edificado, son más grandes de lo que puedo decir.
Me despierto cada mañana en un sitio en el que no quiero estar, completo al final del día una rutina que no quiero tener, me veo en medio de una realidad totalmente opuesta a la que necesito de verdad. No me gusta nada verme envuelta en una espiral de autocompasión y reproche hacia mi misma, tener que reclamarme siempre por todo lo malo que he hecho; pero, qué puedo hacer aparte de implorar piedad por este insoportable dolor ante esa Divinidad, abogar por tener una nueva oportunidad de tenerte a mi lado, de ser feliz al verte cada mañana.
Nunca había deseado con tantas fuerzas algo, y se que si no lo consigo, preferiría difuminarme entre el olvido y la inexistencia. Amo todo de ti, solo ruego por estar contigo un momento que se torne eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario